viernes, 31 de julio de 2009

Quinto, Sexto y Séptimo día en Honduras

Cuando todo parecía que se estaba calmando. Los retenes de la carretera de Oriente, que une Tegucigalpa con el puesto fronterizo de "Las Manos", Nicaragua, se retiraban, al menos de forma parcial. La prensa extranjera había comenzado su retirada. Hoy de nuevo todo ha vuelto a revolverse un poco. Un muerto, numerosos heridos. Una de esas marchas que se vienen realizando desde hace un mes y que parecían haber perdido fuerza. La policía ha cargado, y ademas de los damnificados, al parecer, hay más de una treintena de detenidos.
Ya iban demasiados días en aparente calma.

lunes, 27 de julio de 2009

Cuarto día en Honduras




"¡Aquí Radio Tegucigalpa, la onda expansiva!", que diría Pedrín al contestar el teléfono. Realmente es Radio Globo, y escribo desde su control de sonido.

Tercer día en Honduras

sábado, 25 de julio de 2009

Segundo día en Honduras



Acaba el día, el reloj marca las 00.50, mientras en España, 8 horas más, la gente ya estará acudiendo al trabajo. El día comenzaba pasadas las 6 desayunando con compañeros de agencias internacionales. El camino a la frontera,interrumpido por retenes, y algún pequeño enfrentamiento.
Zelaya no pasó de tierra de nadie. Tras un toque de queda marcado a medio día, solo la prensa podía acceder a la frontera. Y algunos incondicionales que habían caminado horas por el monte para llegar a dar su apoyo.

viernes, 24 de julio de 2009

Primer día en Honduras



El dia llega a su fin. Han sido mas de 36 horas de tension y decisiones, de carreras y de insomnio. Los vuelos han durado poco. La espera en Guatemala fue incomoda echando una siesta abrazado a las camaras. La entrada a Honduras, mas sencilla de lo que podia imaginar, incluso presentandome como periodista, las bromas y las risas con los policias de la entrada me abrieron felizmente la puerta de un pais que a primera vista no aparenta la situacion real.
Poca presencia militar en las calles. 'Musica para la paz' animando la plaza de la
Catedral. Los seguidores de Zelaya se van aproximando a la frontera. Los que aun hablan de él como presidente. Algunos de los policias se han rebelado afirmando que ellos no impedirán la entrada. La situación, después de casi un mes en cuando menos surrealista.
Me voy a la cama, mañana intentaré sumarme a la caravana de periodistas que irá a la frontera.

miércoles, 15 de julio de 2009

Rapa das Bestas - Sabucedo

lunes, 6 de julio de 2009

La última "Rapa"


Marcaba el reloj las dos de la madrugada cuando Tomás se metía en su saco en el campamento improvisado bajo la carpa. Eran poco más de las seis cuando las campanas de la iglesia de la localidad gallega de Sabucedo llamaban a misa. Entre tanto, uno de sus caballos, que permanecía separado de la manada, arrastraba el generador al que había sido atado. Mientras, otro tenía que ser sacado del corral por haberse peleado con sus compañeros. Los nervios se habían apoderado esa noche de jinetes y caballos. Para alguno de los caballistas que subirían con Tomás al monte era su primera experiencia, él afrontaba esa noche con el convencimiento de que sería su última vez.

Pasaban las ocho cuando los jinetes comenzaban a ensillar los caballos. La primera subida sería hasta el “prado del medio”, donde eran conducidas las diferentes manadas que viven en libertad durante todo el año en las cercanías de Sabucedo. Desde allí, la mañana sería una sucesión de idas y venidas para buscar, reunir y conducir a los caballos dispersos por el monte.

Los ojos se dirigían al monte donde una niebla cubría las laderas y las nubes del cielo hacían dudar que durante el día fuera a brillar el sol. Los verdes prados y los árboles flanqueaban la carretera que llevaba al camino de subida, donde los tojos cubiertos por el rocío de la mañana comenzaban a apoderarse del paisaje.

Apenas llegando, la primera manada. Nervios. Los jinetes inexpertos trataban de acertar con sus movimientos pero los caballos se resistían a perder su libertad y se escapaban. Varios caballistas se lanzaron a recuperar el grupo, entre ellos Tomás. Cualquiera diría que la noche anterior durante la cena confesaba al último en sumarse a su grupo que esa era la última vez que participaba. En su interior un cáncer le está consumiendo en vida.

Tras un pequeño descanso en el “prado del medio”. El grupo se reunía. Tomás ya había ayudado bajando varias manadas. Su grupo le acompañaba de nuevo. Partían a buscar a los últimos caballos. El cansancio iba haciendo mella en todos. El sol del mediodía calentaba una mañana fresca que había amanecido con niebla. Guiando a las “bestas”, Tomás daba indicaciones con la seguridad del que ha cabalgado por estos montes durante toda su vida “Cierra el paso ahí, junto a los pinos, pero cuidado con la zona embarrada”. Una nueva manada llegaba a su destino intermedio, a reunirse con el resto de caballos. El paso previo a bajarlos al pueblo de Sabucedo.

Comenzaba otra subida. Todos juntos iban a buscar otro grupo de animales. Parecían los más lejanos. A medio camino una voz. “Mirad al horizonte, ¿veis aquello? Es la ría de Villagarcía”. Diferentes tonalidades de verde se iban perdiendo a lo lejos mientras los ojos se adaptaban a la distancia para distinguir el paisaje. Los caballos, al paso, caminaban cansados tras las galopadas de la mañana por los caminos sorteando las piedras sueltas. Un último esfuerzo.

De repente, hombres y mujeres contenían en lo alto de una loma a la última manada. Tomás se abría paso por delante del grupo acompañado por el más inexperto de sus discípulos “¡tú, acompáñame!”. El resto de jinetes los rodeaban para que ningún caballo se escapase mientras se abrían paso entre los matorrales que crecían en algunos casos hasta las rodillas de los jinetes, arañando sus piernas y los lomos de los caballos que saltaban algunos de los tojos para librarse de sus pinchos. Para un hombre que sigue un tratamiento de quimioterapia que le provoca una sensibilidad tal que hasta el agua de la ducha le duele, aquello tenía que ser un infierno, pero Tomás no perdía la concentración ni las ganas. Lo primero era reunir a todos los animales.

Los jinetes que recorrían las laderas buscando a los últimos caballos se iban sumando a la escolta. Los vecinos y los curiosos que habían subido caminando se apartaban abriendo paso. Los animales seguían la ruta marcada por su propietario que caminando iba dirigiendo. Según se acercaba el punto de reunión la tensión aumentaba. A unos doscientos metros, la cabalgada final. La manada entraba rápido en el corral improvisado. Tomás con gesto de satisfacción buscaba de nuevo la atención de su más reciente discípulo. Una sonrisa y el pulgar derecho en alto. Buen trabajo.

La bajada fue la parte más dura. El cansancio acumulado hizo mella en Tomás que a ratos cabalgaba, a ratos caminaba. La adrenalina se había quedado en la parte alta y la debilidad del enfermo comenzaba a ser patente por primera vez en el día. La mañana había sido extenuante, que se había sumado a una noche larga y ajetreada. Su inseparable perro “Mao” escoltaba su caminar. Sus manos, destrozadas por el tratamiento dejaban escapar alguna gota de sangre.

Ya en Sabucedo un último esfuerzo para desensillar y recoger a sus caballos tras darles de beber, habían trabajado muy duro. Después, una frase en sus labios “dejadme unos minutos, necesito descansar”.



Un aloitador saca un potro del curro de Sabucedo antes de que empiece la "rapa"