martes, 16 de junio de 2009

Hoy me volvían a preguntar por la religión y recordaba ésta fotografía de dos estudiantes de la Universidad de Bir Zeit, que tomé al caer la tarde de un día de Mayo de 2006.

lunes, 15 de junio de 2009

Una mujer palestina camina al atardecer en la localidad cisjordana de Bilin. (Palestina, 2006)

Y una pregunta en el aire ¿Qué pasará con la posible creación de un estado palestino?

sábado, 13 de junio de 2009


Claudio Esteva Fabregat

http://www.soitu.es/soitu/2009/06/13/actualidad/1244911724_738666.html

jueves, 11 de junio de 2009



Veracruz

miércoles, 10 de junio de 2009

No sé porqué me acabo de acordar de aquella canción de Sabina "Yo me bajo en Atocha". Acababa de pedir un helado en un Burger King para aprovechar la conexión a internet y leer las noticias antes de volver al hotel cuando, mientras encendía el ordenador, su letra comenzó a sonar en mi cabeza.

Aún recuerdo la primera vez que me bajé en Atocha. No había cumplido los 18. Estudiaba en la Universidad de Segovia, y me iba a ver a la primera chica con la que tendría algo serio, pero aún no lo sabía, de hecho apenas la conocía. Pasó el tiempo y cumplí los 19 en Madrid, a donde me había trasladado al finalizar el primer curso. Meses después la relación se rompía.

Pasaron los años. Poco a poco me iba haciendo más a la ciudad. En ocasiones acogedora, otras veces dura como sólo ella sabía serlo; bueno, ya decía Joaquín "a mitad de camino entre el infierno y el cielo". Me fui asentando, o crei ir haciéndolo. Corrí, tan rápido como pude, hasta que los acontecimientos superaron mi velocidad y hubo que parar. Otra decepción. Otro fracaso. O quizás sólo un aviso, una lección. Frena, no corras, y busca tu camino. No lo fuerces.

"He llorado en Venecia,
me he perdido en Manhattan,
he crecido en La Habana, he sido un paria en París,
México me atormenta, Buenos Aires me mata,
pero siempre hay un tren
que desemboca en Madrid."

sábado, 6 de junio de 2009

A la hora de las copas suena Quique González en el ipod, me peleo con las sábanas por acomodarme en la cama, y en mi regazo descansa el pequeño ordenador desde el que escribo, y le doy vueltas a las próximas fotos pensando en donde ir y qué retratar. De la pereza de hacer el equipaje no me preocupo, hace tiempo aprendí a viajar con lo mínimo.

Meses atrás, hará casi un año rompí con todo. Mi vida personal, mi trabajo. No había sitio para más. Vaciaba un petate que sigue así desde entonces. Y emprendía un viaje sin rumbo ni destino, tratando de conseguir que fuera el camino el que me llevase a algún lado y el tiempo el que me colocase en mi lugar.

La primera parada fue Londres. Viaje de un día. La locura de irse con unas fotos bajo el brazo con la firme idea de conseguir trabajo. Reunión de una hora, o quizás más. De las buenas. Café. Una terraza. Conversación informal sobre fotografía. Un compromiso de darme encargos si me decidía a ir. Y una frase que me abriría los ojos. “Andrés ¿qué tipo de fotografía te gustaría estar haciendo dentro de 5 años?”. La respuesta me trajo aquí...